La depreciación de activos es un método utilizado en contabilidad para distribuir el coste de los activos tangibles de una empresa a lo largo de su vida útil. En pocas palabras, refleja cómo el valor de un activo físico —como maquinaria, edificios o equipos— disminuye debido a factores como el desgaste, la antigüedad o los avances tecnológicos.
Las empresas aplican la depreciación para ajustar con mayor precisión los gastos de los activos a los ingresos generados durante su uso. Esto proporciona una imagen más clara de la rentabilidad y la salud financiera a lo largo de varios periodos contables.
Los métodos habituales para calcular la depreciación incluyen la depreciación lineal, la depreciación por saldo decreciente y la depreciación por unidades de producción. El método lineal distribuye uniformemente el coste del activo, mientras que otros métodos aceleran la depreciación, lo que afecta a la rapidez con la que el valor del activo se reduce en los libros.
Comprender la depreciación de los activos es fundamental, ya que repercute directamente en los impuestos, la valoración de los activos y la información financiera. Ayuda a las empresas a tomar decisiones informadas sobre la gestión de activos, el momento adecuado para invertir y las estrategias presupuestarias.
En resumen, la depreciación de activos proporciona a las empresas claridad sobre el valor real de los activos y ayuda a los contables, gerentes y partes interesadas en la toma de decisiones financieras y la presentación de informes.